domingo, mayo 15, 2005

Belleza



estimada señora Bauchot,
esta noche he visto el río de las anguilas
he estado en Jaipur y en Delhi
he visto las anguilas en la rue du Dragon enParis,
y mientras cosas así me ocurran (hablo de mi por fuerza, pero estoy hablando de todos los que salen a lo abierto) o mientras me habite
la certeza de que pueden ocurrirme,
no todo está perdido porque
señora Bauchot, estimada señora Bauchot, le estoy escribiendo sobre una raza que puebla el planeta y que la ciencia quiere servir, pero
mire usted, señora Bauchot, su abuela fajaba a su bebé,
lo volvía una pequeña momia sollozante
porque el bebé quería moverse, jugar, tocarse el sexo, ser feliz con su piel y sus olores y la cosquilla del aire,

y mire hoy, señora Bauchot, ya usted creció más libre, y acaso su bebé desnudo juega ahora mismo sobre el cobertor y el pediatra lo
aprueba satisfecho, todo va bien, señora Bauchot, sólo que el bebé sigue siendo el padre de ese adulto que usted y la señorita
Callamand definen homo sapiens, y lo que la ciencia le quitó al bebé la misma ciencia lo anuda en ese hombre que lee el diario y compra
libros y quiere saber, entonces la enumeración la clasificación de las anguilas

y el fichero de estrellas nebulosas galaxias, vendaje de la ciencia: quieto ahí, veinticuatro, sudoeste, proteína, isótopos marcados.
Libre el bebé y fajado el hombre, la pediatra de adultos, Dama Ciencia abre su consultorio, hay que evitar que el hombre se deforme
por exceso de sueños, fajarle la visión, manearle el sexo, enseñarle a contar para que todo tenga un número. A la par la moral y la
ciencia (no se asombre, señora,

es tan frecuente) y por supuesto
la sociedad que sólo sobrevive
si sus células cumplen el programa. Atentamente la saludo.


::.:.:.::

-belleza. Los que saben, saben.